“Aguas con los espectros en tu pansa: ideas limpias, intestinos limpios”. Con la manía con la gracia o las deposiciones (observaba el cuerpo justo como el accesorio de un enorme cilindro para empezar y también para terminar, la ornamenta en el entorno de los órganos del estómago los intestinos que debían de sufrir a causa de pocos líquidos ingeridos en mucho tiempo, por encima enemas. “medico, ¿cada cuánto tiempo se debe uno limpiar sus órganos?”, era la duda del cliente que lo apoyaba en sus caídas cientificistas. “Uno nunca, ¡nunca!, debe no dejar acabar su inspiración para hacer del baño, como en las exposiciones de animales del Bronx y de Inglaterra, que realicen evacuación todos los días a los changos no una, un par o tres veces más bien cuatro; cuando hayan transcurrido 24 horas, la habitaciones de barrotes están repletas de mucha variedad saludable”. ¿Y el género? “El género dejar limpia la salud del cuerpo y el que sea uso para lo que fuera que no fuera reproducirse es igual a tiempo y energía mal gastada, de delitos religiosos y de vida”. ¿Y la carne? “El que mata mamíferos para alimentarse se muere lentamente; cada pedazo de carne tenia vida e ingerirla es como comer un difunto”. ¿Y el vicio? “El órgano natural es lo único que se pone en medio del fumador y la muerte”. En su busca nada sana de la limpieza física, para el extravagante doctor que invento una nueva dieta a partir de una dieta de vegetales, la buena alimentación y el ejercicio una religión pagana ligero inspirado en los pensamientos de la Religión Adventista del sexto Día, otras causas que debían no realizarlas eran los colchones de plumas, las historias de amor y el auto placer. ¿Y el café? “Arghhhhhh, la costumbre del té y el café es una de las más grandes peligros en contra de la salud de los estadounidenses”. Poco aguante cardiaco, aterosclerosis, apoplejía, paso del tiempo en corto tiempo y malestar de Bright, una nefritis que afectaba y deja algunos órganos similares a dos pasas de uva: el explorador de la prensa del poco beneficio saludable que ocupa hojas en las partes aguadas de todos los días acompañado de sus agoreras premoniciones de “lo que realiza correctamente y lo que realiza mal”, el medico Kellogg hallaba en las infusiones la causa secreta para las peores irritaciones. “Se ha encontrado que el de donde proviene la locura está en la costumbre de ingerir café”, repetía en medio de sus seguidores, a los cuales pretendía transformar en focos de salud natural: “No nos encontramos alegres llegar al punto de estar enfermos en-te-ros”, pontificaba con el didactismo de los asombrosos. El medico Kellogg es proveniente cerca de Nueva York en el año 1852 como hijo del propietario de una empresa de escobas. Conoció el trabajo de impréntelo y, a causa de su precoz ansiedad por saber por indagar los malhechores de la religión total, se recibió de doctor en la escuela de Nueva York a los 23 años, y un par de años posteriores se casó con Ella Ervilla Eaton, una mujer con la que nunca logro el matrimonio, debido a la “abstinencia elegida libremente de acuerdo a mis valores”. El medico Kellogg se mantenía enhiesto similar a un junco enfrente los vendavales que lograron augurar una un punto débil de la carne, una traición al alma. El matrimonio no tuvo hijos biológicos pero adopto a más de cuarenta niños abandonados, todos criados en los rigores de una formación muy seria. Y comiendo por las buenas partes de su famoso sanitarium.
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