Aunque no logro encontrar muchas cosas debido a la forma en que experimento la dolencia, igualada a la esquizofrenia o la psicosis, el amor al café es muy poco de esperar. Los doctores que iniciaron a charlar de la enfermedad en los años de 1980 a 1990 se mantuvieron conectados con la era aguantadora aunque, en verdad, no hallaron nada bastante nuevo: en los años 1500, la palabra proveniente de arabia marqaha ya se utilizaba para definir una enfermedad con los componentes del café y en el año 1896, el aventurero J. T. Rugh había dado la responsabilidad el caso de un comerciante ambulante que se había sobrepasado en el consumo de la bebida para cumplir con por reclamos de su empleo y que había sufrido un estado general de nerviosismo, no poder dormir, ansiedad y contracciones que no deseaba de los integrantes, en su entrenamiento Profound Toxic Effects from the Drinking of Large Amounts of Strong Coffee (“Los profanos efectos químicos derivados de tomar muchas tazas de café fuerte”). En el mes julio del año 1986, la revista American Journal of Psychiatry obtuvo el caso del hombre A., que le otorgaban honorarios los corredores de un hospital psiquiátrico transportando jarras con poco contenido de café al momento, y de la mujer B., que afirmaba ingerir café en su correspondiente embace de papel, los dos esquizofrénicos muy graves que, en medio sus más sogas fuera de razón, decían un amor que daña a las personas por la cafeína: “El amor al café es una enfermedad que los doctores creen importante por ser y en el momento codiagnóstico puede dificultar el trayecto de los trastornos que suelen afectar, de ansiedad y de la mente. Las metilxantinas son el principal fármaco que aun es usado como parte de gran variedad de comida, líquido y medicinas que tienen cafeína y que es una probabilidad muy alta lograr fácilmente debido a que no se necesita receta para poder negociar con ella”. El golpe ya ha sido dado. Posteriormente de cien años de demandas y dudas, la bebida ya había atrapado sin salida y, si antes se le había luchado al igual que a un veneno poderoso para el organismo humano, al fin se lo guardaba con el sambenito psiquiátrico: se definió como un factor pernicioso con raíces con el desastre mental. “Estos sucesos provocaban angustias medicas ya que se daba información que la cafeína exacerba el trayecto clínico de la esquizofrenia”, se hizo público en el Estados Unidos Journal of Psychiatry, el lugar en el que los doctores John I. Benson, de Augusta, Georgia, y Joseph J. David, de Charlottesville, Virginia, se consternaron por lo que se sospechaba al igual “una incógnita muy famosa y medicamente importante entre los clientes crónicos ya en el hospital”. Pero en la búsqueda de la ser siempre limpio sin máculas, los doctores miraron un caso por estas zonas y otro por allá de algunas personas con deficiencia mental que ingerían café como una persona compulsiva con la explícita voluntad de dañándose así mismo. Incluso en la ignorancia o la impericia (existen muchas maneras más efectivas para matarse) o tal vez empujado por una idea de procurarse el final en la comisión de ser feliz, el cafeinómano al extremo pone en mayor peligro de su vida en forma de muchos países y directamente proporcional a los recipientes que ingiere. Se logró incluso más en cuando se identificó que la cafeína funciona igual a un potencial instrumento mara auto matarse: pero sea verdad que si ingieres algo uno se podría matarse, parece poco probable que el adulto con intenciones serias de matarse lo intente tomando más de cien tazas en menos de un día barra de cafe y servicio de coffee break.
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