En 1714 un holandés obsequió una saludable planta de café al gobierno de Francia y nueve años después un obsesionado marinero francés la llevó o introdujo la planta a las colonias ubicadas en la Martinica. Después de varios intentos y cabildeos obtuvo un retoño de la planta original. Como el viaje de la planta de café fue muy largo, se hace mucho énfasis por parte de los historiadores en todos los cuidados que se le debió de proporcionar a la planta de café en cuestión para que pudiera sobrevivir a la travesía.
Después de sobrevivir a un intento de captura por corsarios, pasar por tormentas y otras vicisitudes, el barco estuvo en el mar por cerca de un mes. Defendió la planta de un compañero de viaje celoso que quería evitar que llegara a su destino, compartió su ración de agua con la planta para que se mantuviera sana, pero una vez que lograron llegar con el café esta logró echar raíces y florecer. Es muy probable que el café que conocemos en la actualidad y que se distribuye en todo el mundo para barras de café, cafeterías, maquinas de café, coffe breaks y demás proviene de este ancestro.
Posteriormente un drama internacional suscitado entre Martinica y Francia hizo que se solicitara la intervención de un mediador, siendo este ciudadano de Brasil. En realidad aceptó para ver la posibilidad de que pudiera escabullir algunas de las semillas de café que eran muy codiciadas debido a que existía una prohibición para exportarlas a cualquier parte que n fuera colonia francesa. Este tuvo relaciones con la esposa del gobernante francés, y posteriormente cuando este se retiraba, ella se presentó con un arreglo floral que en realidad era un medio para sacar las semillas ya que iban ocultas en dicho arreglo. Plantó las semillas en su casa en la provincia de Para, de donde se habría de extender a otras latitudes.
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