“Liquidum non frangit jejunum”, con el poder social que otorga el latín, el pastor Francesco María dijo frente a algunos obispos una frase de cuatro palabras con las cuales termino con sus grande sueños, las palabras que dijo fueron: El líquido no hace que el ayuno desaparezca. En los años 1600, el café estaba a comienzos de llegar a América mientras que el cacao estaba en el camino contrario, el cacao estaba a punto de volver, de haber estado en grandes cantidades en la nueva España llego a estar de nuevo en los plantíos de cacao de Europa, dentro de la sociedad católica solo se hablaba de la polémica, la gente que era más fanática de las barras de café y del chocolate decían que incluso antes de ser prohibida la usaban en el cuerpo sacerdotal. Gracias a algunos escritos de unas personas como el de Quistión moral acerca de si el chocolate quebrante el desayuno eclesiástico (sic), este libro fue abierto a la venta en España en el año 1636 por el español Antonio de León Pinelo, y con unas discusiones muy ambientadas con las opiniones de las autoridades religiosas, esta gran polémica nunca tuvo fin hasta que la autoridad suprema (el cardenal) se decidió a darle fin al problema. Este problema que se originó no era del todo propio para ellos, si los obispos y toda la gente religiosa decían que el del servicio de café y el chocolate era de las cosas que proporcionaban energía natural e incluso ellos la consumían excepto en las vigilas. Pero ¿Cómo se sabría si consumías algo de eso?¿existía algún tipo de antidoping? Pues en el siglo XIIX el escritor Benjamin Moseley escribió un libro llamado Treatise Concerning the Properties and Effects of Coffee lo cual traducido al español quiere decir Un experimento de los ingredientes que contiene el café y sus efectos. Las mañas, que se utilizan solo unas temporadas era que supuestamente todo lo que venía del piso (comida) decían que venía hachado a perder desde un principio, durante el prolongado ayuno del Ramadán sino que se pensaba que cualquier persona que haya aunque sea olido el olor al café había roto las reglas del profeta”.
En su momento la Iglesia se llegó a poner sus moños cuando la población dependía de ella hablaron de un tema secular del momento, como por ejemplo hoy se trate de la separación o del aborto: el consumo de las infurciones. Cuando al oriente llega el vino árabe, provocaba unas grandes olas de inquietud y de inconformidad como todo lo que venía del mundo mejor conocido en ese entonces. Los británicos, que se solían referir a la bebida como la mejor bebida de todo los tiempos para los turcos y los simios, la taberna cafetalera St.Michael’s Alley se vio obligado a ´pagar solo un pequeño espacio en periódico para publicar a la bebida nueva con la misma exageración con la que hoy se patrocina un champo o un té mágico para bajar de peso, es lo que decían del café que hoy en día ingerimos “este bendito y sagrado café solo da frutos en los desiertos árabes”. La primera estrategia para promocionar algún producto “es algo sencillo y sin ninguna intención de hacer menos a alguien” de unos granos tostados y molidos, después calentados en agua hirviendo para que esa misma agua se combinara con el olor y el sabor del café, pero según alguna gente que este tema le resulta indiferente dice que solo hace falta media taza de café para emborracharse, pero para esto debió de haber pasado una hora sin haber tomado ni comido nada.
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