Dos décadas después de que los liberales tomaron el control, las fincas cafetaleras más grandes de Guatemala, aproximadamente un centenar, que representaban el 3.5% de las granjas de café del país pero representaban más de la mitad de la producción total. Mientras que los extranjeros manejaban grandes plantaciones, otras eran manejadas por los descendientes españoles de los conquistadores originales. Estas operaciones a gran escala por lo general tenían su propia maquinaria para el procesamiento del café y cosechaban su propia comida, mientras que las pequeñas plantaciones marginales de solo unas cuantas acres de extensión que por lo general eran de campesinos pobres con poco conocimiento y mínima cultura tenían que depender en los sistemas de procesamiento de las grandes plantaciones. En muchas ocasiones ellos o sus hijos eran sometidos a trabajos forzados en las fincas más grandes. En algunas ocasiones las granjas de producción de café deliberadamente saboteaban a los vecinos más pequeños, como agentes de las fincas más grandes quemaban las milpas de los pequeños productores y destruían sus arbustos de café.
El tema del aseguramiento de las granjas de café por lo general era un tanto problemático. Por lo general los bancos Europeos o los Americanos le prestaban a las casas importadoras a un 6% y por otra parte las casas importadoras prestaban a las casas exportadoras a un 8% que a su vez prestaban a los grandes productores a un 12%. Los pequeños productores tenían que pagar un porcentaje que estaba entre el 14 y el 15% dependiendo del riesgo percibido. La mayoría de los emprendedores que iniciaban un negocio de producción de café por lo general ya se encontraban sumergidos en una gran deuda antes de que su primer cosecha madurara y pudiera ser comercializada. Los alemanes tenían una ventaja , desde que frecuentemente llegaban con capital y mantenían relaciones con grandes prestamistas de su país que les daban tasas preferenciales y también tenía acceso a la intervención diplomática así como relaciones muy cercanas con casas de exportación e importación. Sin embargo la industria de café en Latinoamérica realmente nunca resolvió el problema del crédito de manera satisfactoria.
Muchos de los Alemanes que llegaban a hacer su fortuna a partir del café en Guatemala no eran personas ricas desde un principio y recibían un mejor trato cuando llegaban a trabajar a las plantaciones, y al parecer no les molestaba que sus condiciones fueran diferentes a las de los indígenas que eran prácticamente esclavos.
Como sembrar y cosechar café en Guatemala
Aunque tomo un tiempo de prueba y error para establecer el proceso adecuado para la producción de café, se vio que en Centroamérica y tradicionalmente crece de manera óptima si es a la sombra y se pone con árboles de diferentes especies apra proteger el café de la luz directa del sol y evitar la sobreproducción de los árboles de café lo que podía hacer que se agotaran ellos mismos y dejaran de producir así como agotar de igual manera el suelo. Los árboles que proporcionaban sombra eran podados una vez al año con la idea de dejar pasar la cantidad adecuada de sol y la madera podía ser usada como combustible.
A diferencia de las semillas brasileñas, el café de Centroamérica era cosechado mediante un método inventado en la India del oeste y que fuera popularizado en Ceylon y en Costa Rica.
De acuerdo con la mayoría de los expertos en café este sistema proporcionaba una semilla de café superior con menos defectos, que daba como resultado una bebida con una acides más brillante y un sabor con un mayor cuerpo. También requería de mayor trabajo y más sofisticada maquinaria e infraestructura y requería de una mayor cantidad de agua. Las faldas de las montañas de Guatemala proveían una gran cantidad de agua y los alemanes trajeron consigo mucho conocimiento técnico.
Mientras la industria del café se desarrollaba durante la última etapa del siglo XIX, los importadores se comenzaron a referir a dos tipos de café: Brazils y el MIlds. El café brasileño ganó una reputación de ser un café de menor calidad en algunas ocasiones, pero no siempre de manera merecida. Los cafés hechos con semilla arábica se les conocía como mild ya que no era tan fuerte como lo era el brasileño.
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