Los Cafés Menos Conocidos

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Adentrémonos en los recuerdos del pasado y descubramos los fascinantes secretos de los cafés menos conocidos de la ciudad de Nueva York.

Mientras que los cafés emblemáticos como el famoso Tontine Coffee House se han ganado su lugar en los anales de la historia, existieron otros lugares igualmente cautivadores que merecen nuestra atención.

Uno de ellos es el encantador Exchange coffee room, un rincón acogedor que durante cuatro años se convirtió en el refugio de los comerciantes de la zona de Broad Street.

Sus puertas se abrieron en 1754, gracias a la visión de William Keen y Alexander Lightfoot, quienes esperaban satisfacer las necesidades de los hombres de negocios.

Aunque su asociación se disolvió en 1756, Lightfoot siguió adelante hasta su fallecimiento en 1757. Incluso su viuda intentó mantener vivo el espíritu del café, pero en 1758 se convirtió nuevamente en un establecimiento comercial, perdiendo así su aura cafetera.

Otro café que merece nuestro reconocimiento como uno de los Cafés Menos Conocidos es el pintoresco Whitehall coffee house, inaugurado en 1762 por los emprendedores Rogers y Humphreys.

Este peculiar café presumía de tener correspondencia directa con Londres y Bristol, lo que les permitía recibir los periódicos y panfletos más recientes.

Aunque su vida fue corta, su afán por mantener a sus clientes informados no pasó desapercibido en aquellos tiempos.

Entre los rincones históricos también encontramos el Burns coffee house, una especie de posada que se destacaba por su ambiente acogedor y ser uno de los Cafés Menos Conocidos.

Durante muchos años, George Burns fue el dueño y ocupaba un lugar privilegiado cerca de Battery en la antigua casa De Lancey, que luego se transformó en el City Hotel.

Tras la partida de Burns, otros administradores, como la señora Steele y Edward Barden, se hicieron cargo del lugar. Incluso se rumorea que el infame traidor Benedict Arnold encontró refugio en esta taberna después de su deserción al bando enemigo.

En una generación posterior, surgió el elegante Bank coffee house, que destacaba entre los anteriores cafés por su distinción. Fue inaugurado en 1814 por el renombrado William Niblo, conocido por su magnífico Niblo’s Garden, y se encontraba en la esquina de las calles William y Pine, cerca del Bank of New York.

Este café se convirtió en el punto de encuentro de un selecto grupo de comerciantes, formando casi un exclusivo club.

El Bank coffee house se hizo famoso por sus suntuosas cenas y animadas fiestas, convirtiéndose en el escenario perfecto para las celebraciones más elegantes de la época.

Sin embargo, no todos los lugares mencionados pueden ser estrictamente catalogados como cafés. Fraunces’ Tavern, conocida principalmente como el sitio donde George Washington se despidió de sus oficiales del ejército, era más una taberna que un café propiamente dicho.

Aunque se servía café y había una amplia sala para reuniones, su enfoque principal era brindar un espacio para la diversión ysocialización. Aquí, los visitantes podían disfrutar de una taza de café mientras compartían historias y forjaban nuevas amistades en un ambiente animado.

Finalmente entre los Cafés menos conocidos con máquinas de cafe, no podemos dejar de mencionar el encantador New England and Quebec coffee house, una taberna que llevaba el nombre de dos regiones geográficas.

Este establecimiento era un punto de encuentro para diversos grupos de personas que se reunían para intercambiar ideas, debatir sobre temas de actualidad y disfrutar de una taza de café caliente. En su interior, se creaban lazos de amistad y se compartían experiencias únicas.

Estos cafés y tabernas menos conocidos de la ciudad de Nueva York guardan una historia rica y contribuyeron de manera única a la vida social y comercial de su época.

Aunque a menudo eclipsados por sus contrapartes más famosas, estos tesoros olvidados merecen ser recordados como piezas clave en el mosaico cultural de la ciudad que nunca duerme.

Fueron escenarios de encuentros memorables, puntos de partida para nuevas oportunidades comerciales y refugios donde las mentes inquietas encontraron inspiración.

Imaginemos por un momento el bullicio de aquellos cafés menos conocidos: el intercambio de ideas entre comerciantes, el aroma del café recién preparado y las risas compartidas en medio de la animada atmósfera.

Estos lugares fueron testigos de momentos únicos que dejaron una huella indeleble en la historia de la ciudad.

Aunque el tiempo ha borrado gran parte de su esplendor, no debemos olvidar la importancia de estos cafés menos conocidos. Nos invitan a explorar las historias olvidadas que yacen en sus paredes y a apreciar la diversidad de experiencias que conformaron la vida en la antigua Nueva York.

Son una llamada a preservar la memoria de estos rincones fascinantes y a reconocer su legado en la evolución de la cultura y el comercio en la ciudad.

Así que, mientras paseamos por las calles llenas de historia de la ciudad de Nueva York, recordemos que detrás de los nombres famosos, hay una miríada de cafés y tabernas que alguna vez desempeñaron un papel crucial en la vida de la comunidad.

Detengámonos un momento, imaginemos las escenas animadas que tuvieron lugar en estos tesoros olvidados y rindamos homenaje a su contribución en el tejido mismo de la ciudad que amamos.

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