Los autores árabes del siglo XVI difieren sobre la identidad del iniciador de la bebida en el Yemen. Tres personajes son los más mencionados y los tres pertenecen a la esfera del sufismo yemenita. El cheikh al que más a menudo se le atribuye es Alí ibn Umar al Shadhili considerado el Santo de Moka y por tanto el patrón de los cultivadores y bebedores de café. El segundo sufí al que se atribuye la introducción del café en el Yemen es el llamado Muhammad ben Said al Dhabhani , jurista de Adén que tuvo la oportunidad de probar el café en un viaje que hizo a Etiopía. El tercero es el llamado santo patrón de Adén, Abú Bakr al-Aydarus que vivió en esta ciudad los últimos veinticinco años de su vida y adquirió una gran reputación de santidad y hospitalidad.
Sobre estos personajes importantes en el sufismo y cuya existencia fue históricamente probada, se han escrito relatos fantásticos en los que se une su amor al café con sucesos milagrosos.
El auge del consumo del café en el Yemen lo relata Abdelkader Alansari Algeziri Alhanbali (hacia 1558), conocido como Abdelkader. Él mismo hace constar que prácticamente ha copiado su historia de Schehabed-din Ben Abdalgaffar Abnaleki que había escrito sobre esta materia antes que él. Parece ser que un personaje llamado Aldhabbani, que vivía en Adén (Yemen) y que ostentaba la categoría de muftí, viajó a Etiopía donde permaneció bastante tiempo. Allí vio gentes que tomaban algo llamado luego en árabe qahwa. Según Abdelkader el sufí Aldhabbani notó
que (el café) daba agilidad a su cerebro, y facilitaba el cumplimiento de sus deberes religiosos. Se dedicó, a consumirlo para su alimentación y aconsejó a sus discípulos que hiciesen lo mismo. A su vuelta a Adén cayó enfermo y pensó que el qahwa le podría curar. Lo tomó y sanó con lo cual, sabido esto, el consumo de esta bebida empezó a propagarse por el Yemen. Aldhabbani murió en 1470 por lo cual se podría fechar la llegada del café al Yemen hacia la mitad del siglo XV.
De esto podemos deducir que a finales del siglo XV alguien, probablemente algún sufí del sur de Arabia, pensó en cultivar el café en Yemen y de esa manera tener una fuente de aprovisionamiento más cómoda. Así ocurrió, y esta cercanía creó una mayor afición, aumentó el consumo y dio un gran impulso a la producción. Sin embargo, historiadores árabes posteriores no están de acuerdo a esta fecha y sitúan el comienzo del cultivo del café en el Yemen casi un siglo más tarde. Michel Tuscherer, de la Universidad Iremam de Provenza, recoge las teorías de dos de estos tratadistas. Según esta teoría el café consumido hasta 1550 provenía exclusivamente del que en Etiopía se obtenía mediante recolección y no por cultivo. Este sistema se sigue utilizando actualmente en África, sobre todo con los cafetos de la especie robusta, que crecen espontáneamente cerca de los poblados.
El historiador turco Ahmed Rashid (fines del siglo XIX) dice que fue Ozdemir Pachá quien, alrededor de 1550, mandó aclimatar el cafeto en el Yemen. Según el cronista yemenita de principios del siglo XVII, Yahiya ben al-Husayn, en el año 1544 (950 de la Hégira) fue prohibido el cultivo del qat, cuyas hojas se mastican por los yemenitas todavía hoy, y que fue sustituido por el cafeto importado de la vecina Etiopía.
Los sufíes del Yemen se desplazaban a La Meca, su centro religioso, para cumplir con sus obligaciones, y además de difundir sus creencias extendieron por allí el consumo del café.
Hélène Desmet-Grégoire dice:
A partir de La Meca los peregrinos que venían de las diversas regiones del mundo árabe y turco-otomano pudieron iniciarse, desde el siglo XV, en esta bebida que las comunidades sufís habían dado a conocer: según antiguas crónicas árabes llegadas hasta nosotros, está establecido que el uso del café como droga previniendo el sueño había sido extendido por los sufís que lo bebían durante sus noches de vigilia.
También dice que el café se servía en La Meca en establecimientos situados, en general, cerca de las mezquitas.
La Meca actuó como propagadora de esta costumbre, ya que los peregrinos musulmanes que allí acudían desde otros países, probaban el café en alguno de los muchos establecimientos que existían para su consumo, y una vez cumplida su peregrinación volvían a sus lugares de origen llevando el café que podían adquirir, y una vez en sus casas daban a probar a sus amigos y vecinos esta maravillosa bebida negra. Los sufíes también se extendieron por el mundo islámico, y con ellos el uso del café.
Portte café maquinas de café, barra de café y servicio de coffee break
Síguenos