En la tabla de las historias más contadas digamos que las que más se repitieron fueron: “best sellers” estaba la suspensión de Adán y Eva del paraíso y su castigo a ganarse la vida, la horrenda y fascinante mutación de la mujer en monumento de sal en muestra de sanción por su curiosidad irrefrenable y la publicación del arcángel Gabriel a María en lo que nueve meses más tarde se volvió la sensación divina. Y desde entonces ya nunca se volvió a saber nada de la función del arcángel Gabriel como barista celestial porque recién de adulto puede conocer la leyenda o la historia que contaban los cristianos y los musulmanes durante siglos: lo único que se contaba era de que el legendario rey Salomón contagiado por una plaga que en ese entonces no tenía cura estaba diezmando a un pueblo de fieles, y en ese entonces fue cuando él le pidió un consejo al arcángel, siempre voluntario para servir al trono de Dios, el cual le recomendó que calentara a una temperatura bastante alto unos granos de café y que ese remedio curaría a todos los enfermos. Y que se aria un santo remedio.
Mientras tanto el café se volvió en la bebida sobria acompañada de los esfuerzos de vigilia de aquellos que estaban consagrando el rezo, un imperio de curas, beatos, monjas, gente muy devota a la religión e incluso la gente laica consagrados encontraban en la taza un guiño divino. Muy cercano del año 1700, el niño inteligente George Paschius escribió en su ensayo “new discoveries made since the time of the anciens”, por lo tanto el café fue uno de los dones que el rey David le dio a Abigail para poder aclamar su enojo en contra de Nabal, según está escrito en el antiguo testamento. Pero eso lo desmitifican los investigadores de estados unidos Bennett Alan Weinberg y el señor Bonnie K. Bealer en su escrito “el planeta de la cafeína, la ciencia y la cultura en torno a la droga más popular en el planeta tierra”. En el libro titulado “the community kitchen’s complite guide to gormet coffe” (la guía de la bebida del café por un entorno de la cocina comunal) el escritor John Mers dice que el ministerio de suiza Pierre Etienne Louis Dumont, que ubica en la presencia del café en las escrituras divinas desde hace siglos, bastante tiempo antes del año 1800, como cuando a Esau dio en venta a su herencia (en lo que consistía vender su herencia y su patriarcado) por un plato de semillas de café tostado, que no serían legumbres sino granos de café) lo cual habría significado el renunciamiento más doloroso de toda la historia del café, o como cuando Booz dejo que su futura esposa levantara esos granos secos de café.
Si yo solo en mi habitación cada noche en la que no podía alcanzar el sueño hice una nueva esperanza de poder escuchar que él me contestaba, en la etapa de mi adultez deje volar mis pensamientos con el rostro del arcángel Gabriel descansando en una banca del cielo con el gran talento de la cafetera de un mayordomo de los de antes en un bar de personas de la tercera edad, concentrado en el consejo y bueno para el despacho del expreso: ahí fue donde una leyenda islámica haya contado que el ángel caído puedo sacar a Mahoma de un retardo con gran carencia de su salud, haciéndole regresar la salud, la virilidad con: una bebida tan oscura como la noche que estaba situada en la Meca, lo cual lo llevo a sentir el valor suficiente como para domar a cuarenta caballos locos y poder poseer a otras cuarenta mujeres.
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