Avanzando de manera lenta, todas las tabernas de Italia y de las naciones cercanos comenzaron a poner sus fábricas express, con el nombre de Gaccia o fabricadas por fábricas de los rivales que imitaron y mejoraron el sistema. En los crudos tiempos de la posguerra, en los pueblitos italianos aun disponían con los escombros y los joyeros del Ponte Vecchio de Florencia se jactaban de haberse salvado de la destrucción por la roca del presidente Hitler, fanático exigente de la arquitectura renacentista, Gaccia mutó de apellido normal a nombre propio del renacimiento industrial: al igual que el Fiat 500 o la motoneta Vespa, un escudo de la recuperación prodigiosa o una profecía acerca de lo que estaba a punto de pasar, poderío monetario de Italia. En el flujo de un siglo a otro, la pujante Gaccia acorto una resumen historico de la globalización: un año antes del siglo XXI fue comprada por la creadora de las máquinas de cafe Saeco International Group, que al mismo tiempo se transformó en una filial más de la de personas de todos los países del mundo, holandesa Philips. Décadas posteriores del fallecimiento del creador, que en medio sus últimos deseos dispuso que su sello incluso negociaran máquinas de cafe para las habitaciones, suceso que paso justo en el año 1977, las opciones de pistones, explosivos y porta filtros se toman en las anónimas oficinas acristaladas de una organización. Es hay el lugar en el que la compañía Gaccia puso bajo el agua a una nación, y posteriormente del todos, con su creación, una emoción se formó de carne (¡crema!) en medio los injeridores: con la máquina express apareció la espuma en sima del servicio de coffee break que, cuentan los estrictos parámetros del barista, es un requerimiento obtener mínimo tres milímetros de espesor y su defecto en la textura, muy pesada o muy chirle, puede ser causa duros debates en una taberna al igual que el Sant’Eustachio (pero el bebedor con experiencia nunca le sumo azúcar al café, que se haga en este lugar la “prueba del endulzamiento”: para rectificar la pericia en el preparamiento de la espuma de un espresso hay que distribuir el azúcar por arriba de la bebida; si permanece encima de la parte superior en medio de 3 y 10 segundos, la crema está en su textura perfecta). Desde la mitad del siglo XX, una nación de fanáticos intenta desentrañar la contraseña misteriosa de una bebida tan perfecta y, incluso en el momento ninguno penso que en ese número 365726 pueda esconderse una contraseña que remita a los masones o a los Médici, similar a los cuentos del oscurantista superventas Dan Brown, otras encuestas de las cifras dan gráficas para alcanzar una cantidad como el que se logró tener hace unos años en el Taller de comida de Huesca, en España: posteriormente de arduas deliberaciones, se acabó que “el buen espresso tiene 30 mililitros de café, sacados entre 20 y 30 segundos, aunque en pensamiento serían 25”. En duro, la medida se saca con 7 gramos de café en polvo tanto que podría pasar por un colador, atado con una fuerza de 15 bares, para que cuele agua a 90 grados y emita esa mítica crema de 3 milímetros. En los años finales, con la multiplicación de “cavernas” de las barras de café que congregan a las personas más fieles de la bebida, el espresso se formó al igual que el tipo de preparación más rico: ¡incluso existen triunfos mundiales de su preparación! Para el australiano Andrew Wear, filósofo de la Escuela de Tasmania, la “apariencia del espresso” dibujo una elipsis desde la razón de ser de la comunidad italiana hasta su redefinición como una bebida camaleónica amada por grandes grupos, por la calidad de “experiencia definitiva”.
-
Entradas recientes
Categorías
Síguenos