El ataque estaba justo en el tiempo más drástico: era el líquido a punto de hervir. Desde los años 1900 la antigua y muy conocida rivalidad del Imperio otomano y la de la gente muy apegada a la religión Católica, Habsburgo se discutía en medio de las violentas advertencias y el amague. Aunque en las vacaciones del año1683, las mañas se concretaron por la organización faraónica y, comandados por el enorme visir Kará Mustafá, comenzaron en el lugar de Viena. Eran aproximadamente 300.000 militares bastante entrenados y que les encantaba meterse en problemas cuando apenas habían llegado de Constantinopla, distribuidos en 25.000 carpas con barras de cafe en donde elevaban la temperatura de la plata durante sesenta días y en caso de que los habitantes del viejo continente se sentían seguros atrás de sus resistentes paredes, las mañas iniciaron a escarbar pasadizos que poca gente sabia de su existencia, a llenarlos de explosivos y la seguridad de una persona se fue al diablo. La capital se había transformado en un polvorín y el éxodo fue enorme: se dice que quedaron justamente 17 mil personas viviendo hay en donde no tenían ni una sola rebanada de pan para alimentarse, inclusa la mayor autoridad, el rey Leopoldo le pago a mucha gente para poder cambiarse de vivienda. Lo que se estaba viviendo era bastante exagerado. Algo que las mañas no sabían era que los vieneses habían ayudo gracias al trabajo de un topo un lugar en donde instalarse, un señor llamado Franz Georg había sido un habitante del Imperio otomano por unos cuantos años, por lo cual el ya conocía bastante bien todas sus tradiciones y que trabajaba de espía. El día 13 de agosto del año 1683 se colocó un atuendo falso de militar turco, atravesó las paredes y logró llegar hasta la parte de atrás en donde se habían situado los enemigos. La otra cuestión, de la cual esta gente no tenía conocimiento era que, atrás de ellos, una multitud de 50.000 personas polacas había asistido en silencio a salvar de Viena por requerido del papa Inocencio XI, que era una ciudad de población con creencias Cristianas. Si es verdad que la historia se cuenta muchas veces como un fracaso y luego como si lo hubieran timado, los militares del Islam tenían “11S”: el 11 de septiembre, el campamento y las lugares seguros donde los únicos que tenían un seguro acceso de las mañas fueron los lugares de una pelea que los cuadernos de Historia definen como “agresiva y corta”: sorprendidos por la parte segura, la gente otomana no tuvo la capacidad de aguantar la agresividad de las fuerzas mescladas del Sacro Imperio de Alemania e Italia y de la Mancomunidad de Polonia-Lituania, que se establece como “la liga santa”. ¡Qué desparramo! Abrumados por la sorpresa y aplastados por nunca ser victoriosos, en la retirada las mañas dejaban sus locales, sus animales grandes y los pequeños, cantidades grandes de miel, arroz, leche y… unas bolsas de arpillera con quinientos kilos de unas raras semillas verdes que los lujos, en el furor de la victoria, creyeron que era alimento para camellos. Sin embargo, alguien sabía que en esos sacos se escondía media tonelada de una fortuna sin tostar. “Las semillas de café, ehhhh, digo… ¡el forraje para camellos!”, respondió Kolschitzky cuando las autoridades de la ciudad le preguntaron qué quería como recompensa en gratitud a su audacia patriótica. cafeteril dela gente que había resultado victoriosa, que después pidió un crédito para lograr abrir su vida, tiempo despues consiguió que le regalaran un hogar, con esas semillas luego se pondría una primer cafetería, daría lugar a máquinas de café y así sucesivamente.
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